El punto de partida de nuestra aventura es Ciutadella, una ciudad que captura la esencia de Menorca con sus callejones de piedra, su vibrante plaza del mercado y la imponente Catedral de Santa María. Al tomar la ME-1, la carretera principal que se extiende como una columna vertebral por la isla, te adentras en un entorno salpicado de olivos y pinos mediterráneos que susurran con la brisa. Un desvío en Ferreries hacia la ME-22 te lleva a Cala Galdana, una de las playas más emblemáticas de Menorca. Esta cala es un paraíso semicircular de arenas blancas y aguas de un azul turquesa que invita a detenerse y disfrutar de su calma. Desde el mirador cercano, la vista es simplemente hipnotizante: la cala abrazada por acantilados cubiertos de pinos.
De regreso a la ME-1, la siguiente parada es Alaior, un pueblo que rebosa historia y tradición. Sus callejuelas empedradas y fachadas encaladas invitan a un paseo relajado, donde puedes detenerte en una de sus cafeterías para probar algunos dulces típicos como los formatjades, rubiols, o flaons. No te pierdas la oportunidad de visitar alguna tienda de artesanía y llevarte un recuerdo, como las famosas abarcas menorquinas hechas a mano.
Mahón, la capital de la isla, te recibe con su espectacular puerto natural, uno de los más grandes del Mediterráneo. Este enclave combina historia y modernidad, que se adivina al primer vistazo. La Fortaleza de La Mola vigila la entrada al puerto y es un testimonio de la importancia estratégica de la ciudad. Después de recorrer sus murallas y pasajes, siéntate en un restaurante frente al mar y deléitate con una caldereta de langosta, uno de los platos estrella de la isla. La vista del puerto, con sus barcos meciéndose al compás de las olas, es un acompañante de excepción para tu almuerzo.
Tras el almuerzo, toca retomar el trayecto por la C-721 desde Mahón, hacia Es Castell, el punto más oriental de España. Este pueblo es conocido por sus vistas privilegiadas al amanecer, pero a cualquier hora, el puerto de Cales Fonts ofrece un espectáculo pintoresco con sus casas de colores y restaurantes que se asoman al mar. Pasea por este rincón y disfruta del ambiente tranquilo, ideal para tomar unas fotos o simplemente contemplar el horizonte. Es hora de regresar por la ME-1. El viaje de vuelta a Ciutadella es el momento de saborear el recorrido, rodeado por campos abiertos y colinas suaves que se tiñen de dorado al atardecer. Llegarás a la ciudad justo a tiempo para disfrutar de una cena en uno de sus restaurantes junto al puerto, concluyendo un día lleno de paisajes, cultura y una pizca de aventura.
Comenzaremos la segunda jornada partiendo por la carretera local Camí de Cala Morell, en dirección al norte, bordeando un paisaje que cambia de los campos dorados a los acantilados. La ruta se abre paso entre valles y colinas hasta llegar a Cala Morell, un lugar de ensueño conocido por su entorno rocoso y aguas profundas de azul cobalto. Es imprescindible visitar la Necrópolis de Cala Morell, un conjunto de catorce cuevas excavadas artificialmente en la roca de un pequeño barranco y que forman uno de los mayores y más espectaculares cementerios prehistóricos de la isla.
Desde Cala Morell, regresamos a la ME-1 y tomamos la ME-15 hacia Fornells, un trayecto que ofrece vistas al mar y campos ondulantes. Fornells es un pintoresco pueblo de pescadores que ha conservado su esencia a lo largo de los años. Camina por su puerto, y no dejes este lugar sin probar el arroz de la tierra, No dejes que su nombre te confunda, pues este plato no contiene arroz, sino que se hace a base de trigo roto en un mortero de piedra. La cocción final se hace al horno con cazuela de barro.
De Fornells, continuaremos por la PM-710 hasta llegar al Monte Toro, la cima de Menorca. La subida es suave, con curvas que desvelan poco a poco la inmensidad del paisaje. Al llegar a la cumbre, te espera una vista panorámica que abarca la isla entera, desde las costas rocosas del norte hasta las calas doradas del sur. En días despejados, es posible divisar incluso la vecina isla de Mallorca. Esta parada es un recordatorio de la rica espiritualidad y la historia de Menorca. El descenso del Monte Toro por la PM-710 te lleva a Mercadal, un pueblo acogedor en el corazón de la isla. Esta es una oportunidad perfecta para hacer una pausa y visitar una de sus pastelerías tradicionales. Aquí, los dulces típicos menorquines como los carquinyols, pequeños manjares de almendra, te ofrecen un vistazo al alma gastronómica de Menorca. Con el sabor dulce en los labios, regresa a la ME-1 para completar el camino de vuelta a Ciutadella.
El trayecto de regreso a Ciutadella es un momento perfecto para tomar conciencia de lo visto. Los colores, los sabores, las vistas sin igual, el encanto genuino de los pueblos y las preciosas calas con ese azul tan cautivador. Sin darnos cuenta, hemos vuelto a Ciutadella, a tiempo para disfrutar de una cena relajada junto al puerto, cerrando un día de exploración y un fin de semana viviendo Menorca para no olvidarlo nunca.