La frustrada cesión del inmueble que ocupa el Instituto Cervantes en París al PNV, en virtud de la Ley de Memoria Democrática, ha generado un intenso debate político. Este edificio, que fue sede del Gobierno Vasco en el exilio durante la Guerra Civil y posteriormente requisado por la Gestapo para entregarlo al régimen franquista, es mucho más que un simple inmueble. Su historia, su arquitectura y su simbolismo lo convierten en un lugar único en la capital francesa.
Ubicado en el número 11 de la Avenida Marceau, a pocos pasos de los Campos Elíseos y el Puente del Alma, el palacete es un ejemplo exquisito de la arquitectura de la III República Francesa. Construido en 1883 por el arquitecto Paul Déchard como residencia familiar de Narcisse Fillot, un destacado directivo de los grandes almacenes Au Bon Marché, el edificio destaca por su elegancia y su cuidada decoración.
El palacete está compuesto por tres cuerpos de obra dispuestos en forma de U alrededor de un patio interior, al que se accede por un paso de carruajes. La fachada principal, de estilo haussmanniano, cuenta con cuatro plantas que reflejan el refinamiento de la época. En el interior, destacan elementos como la monumental escalera, el salón de baile o "salón de los espejos", con sus estucos y dorados, y la sala de lectura, presidida por un retrato de Manuel de Falla pintado por Ignacio Zuloaga. En el techo de esta última, un fresco del pintor Jean-Alfred Marioton añade un toque de majestuosidad.
En 2012, varios elementos del edificio fueron inscritos en la lista de monumentos históricos de París, reconociendo su valor patrimonial. Entre ellos, la cubierta, la fachada, la escalera monumental y el salón de baile. A finales de 2015, el edificio cerró sus puertas para acometer una ambiciosa rehabilitación liderada por los estudios Sanahuja&Partners y MCBAD Architectes. En octubre de 2022, reabrió como sede principal del Instituto Cervantes en París, albergando la dirección, los servicios administrativos y la Biblioteca Octavio Paz, además de ser un espacio para eventos culturales.
Un lugar cargado de historia
Más allá de su valor arquitectónico, el palacete de la Avenida Marceau es un lugar cargado de historia. En 1937, tras el golpe de estado de Franco, el Gobierno Provisional del País Vasco se instaló en este edificio, convirtiéndolo en un símbolo del exilio republicano. Sin embargo, con la ocupación nazi de París en 1940, la Gestapo desalojó a la delegación vasca y entregó el inmueble al régimen franquista. Durante este periodo, el edificio albergó servicios de la embajada española, como la Falange, la Agregaduría Militar y los Servicios de Seguridad, desde donde se coordinó la represión contra el exilio republicano.
Tras la liberación de París en 1944, el edificio volvió a manos de la delegación vasca, que lo utilizó como sede hasta 1951. En ese año, tras una larga disputa judicial, el Tribunal del Sena otorgó la propiedad del inmueble al Estado español. Desde entonces, el edificio ha sido testigo de importantes eventos históricos, como la constitución en 1949 del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, promovido por Salvador de Madariaga, con la participación de figuras como el lehendakari José Antonio Aguirre y el político catalán Josep Tarradellas.
Hoy, el palacete de la Avenida Marceau no solo es un espacio cultural de referencia gracias al Instituto Cervantes, sino también un lugar de memoria que refleja las luces y sombras de la historia reciente de España. La polémica en torno a su cesión no hace más que subrayar la importancia de este edificio, que sigue siendo un símbolo de resistencia, cultura y reconciliación.