En la noche del 22 de septiembre de 2024, la localidad de Narsarsuaq, al sur de Groenlandia, vivió un acontecimiento sin precedentes: la temperatura alcanzó los 15,3°C, la noche más cálida jamás registrada en septiembre en esa región. Este hecho confirma una tendencia alarmante y reiterada: el impacto del cambio climático en las áreas más frías del planeta.
Las altas temperaturas no fueron puntuales. Al día siguiente, Narsarsuaq alcanzó los 18,9°C, mientras que la cercana ciudad de Frederikshaab registró un máximo de 16,9°C, cifras que, para esta época del año, son inusuales.
Desde la década de 1990, el Ártico ha estado calentándose a un ritmo superior al promedio global, y este aumento ha tenido un impacto directo sobre la criosfera, reduciendo significativamente las capas de nieve y hielo. Los años 2022 y 2023 se cuentan entre los más cálidos de la historia reciente en esta región, y este nuevo récord de temperaturas en Groenlandia refuerza aún más las señales del cambio climático.
El sistema de observación Copernicus Sentinel, gestionado por la Unión Europea, desempeña un papel clave en la monitorización del Ártico y otras áreas remotas. A través de sus satélites, como los que capturaron imágenes el 23 de septiembre de 2024 alrededor de Frederikshaab, se obtiene información esencial para comprender mejor cómo está cambiando nuestro planeta. Las imágenes permiten a los científicos rastrear los efectos del cambio climático, especialmente en la criosfera, donde el retroceso de las capas de hielo y nieve es cada vez más evidente.